The Hunger

El ansia (1983)

Miriam y John son dos vampiros millonarios y elegantes. Cuando John empieza a envejecer rápidamente, la pareja consulta a la doctora Sarah Roberts, una especialista en temas de envejecimiento, que busca la manera de retrasarlo. Pero Miriam tiene otro plan: volverla su amante inmortal.

El ansia podría tener otro título. Podría llamarse «Potencial desperdiciado: la película» o tal vez «El video musical más largo jamás hecho». Es deslumbrante en cuanto a aspectos visuales. Su fotografía está supremamente cuidada, desde las luces blancas y azulosas que le dan una atmósfera fría, hasta los juegos con las sombras. La casa de Miriam y John es un triunfo en diseño de sets: con obras de arte, instrumentos musicales y demás, que la hacen muy elegante. En algunas escenas de horror hay un uso adecuado de la música ambiental (en contraste, la música de Bauhaus y Schubert chilla, porque es música llamativa por sus propios méritos, que no es usada para un fin que ayude al contexto de la película). Por todo lo demás, es un fracaso rotundo.

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Podría haber escogido otros tres fotogramas al azar, y todos se verían igual de bien.

Personalmente disfruto las películas de horror estilizadas, y soy de los que opina que en el cine debe primar lo visual ante lo demás, sin embargo, la imagen debe tener alguna significancia más allá de «esto se ve bonito». La función narrativa de muchas de las imágenes es pobre, son enlazadas al azar, sin un hilo conductor. La construcción del guión es paupérrima, salta del drama de un vampiro que envejece a un romance lésbico que sale de la nada. En la edición se abusan de los cortes rápidos, eliminando el poco sentido de cohesión que tenía la película para empezar. Tony Scott recurre a un montón de artificios innecesarios que perjudican la atmósfera, coartan la tensión, impiden que se construya algún tipo de narrativa, y convierten a El ansia en algo tedioso de ver.

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Del elenco destaca Catherine Deneuve, que hace lo mejor que puede con lo que se le da, aunque por desgracia no es mucho.

Hay tres posibles casos en los que se podría disfrutar esta película, sin garantía de éxito:

  1. Ser gótico y/o amante de los vampiros.
  2. Ser fan de David Bowie y tener curiosidad por verlo haciendo de vampiro.
  3. Ver la película sin audio y poner un disco de rock pesado de fondo. O hasta de los mismos Bauhaus, para esa gracia (lo cual nos remite al caso 1).

Por lo demás, es un artefacto insulso, que tiene su interés, gracias a su factura visual, pero definitivamente pudo haber sido mucho más.

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